La ira: Doctor Jekyll o Mister Hyde

El deporte es una de las principales facetas de la vida en la que observamos como en un segundo una persona puede pasar de ser el Doctor Jekyll a Mister Hyde: de médico paciente y sabio a un temible y agresivo personaje. En un momento y ante un suceso desencadenante, como un gol inesperado, un agarrón por parte de un rival o ante la posibilidad inminente de perder, la persona se convierte en el “Increíble Hulk”, y reparte su rabia a diestro y siniestro.

La ira es una emoción que surge cuando percibimos una amenaza, limitación o control sobre nosotros mismos o nuestros objetivos. Como toda emoción tiene una tendencia a la acción, en la ira lo que encontramos es el impulso de destruir o bloquear aquello que nos amenaza. Nuestro cuerpo se activa para conseguir la energía necesaria para la lucha inminente: se nos acelera el corazón y la respiración para el oxígeno llegue a través de la sangre a todos los músculos; éstos se tensan y nos echamos hacia delante para atacar; la mirada se vuelve feroz y se centra en la amenaza; la atención se reduce y no podemos ver nada más ni pensar en otra cosa que no sea en “te vas a enterar”. Si estuviéramos ante un león, esta respuesta sería altamente efectiva; pero ¿qué sentido tiene si voy perdiendo un partido? Aquí no es cuestión de luchar, sino de buscar soluciones, y si me ciego por mi ira, lo más probable es que en lugar de perder por 1, pierda por 2.

Esta amenaza no siempre viene por factores externos, sino que a veces somos nosotros mismos los que nos vemos incapaces de conseguir nuestros objetivos o hemos hecho algo mal que nos perjudica actualmente. Incluso, a veces nos enfadamos sin razón o de forma desproporcionada.

A la base de esta emoción solemos tener pensamientos del tipo “debería” (“debería hacer marcado y no le he hecho”, “el entrenador no debería dejarme en el banquillo”), y por tanto, pienso que esto es “terrible, lo peor”, y “no lo puedo soportar”. Si a este cóctel le añado la sensación de injusticia, la explosión de ira está más que asegurada.

Si eres una persona que suele enfadarse de forma frecuente y ya estás sufriendo las consecuencias negativas, sigue estos consejos:

  • Racionaliza tus pensamientos: ¿de verdad que las cosas deberían ser así?, ¿estamos hablando de leyes inmutables? o ¿sería mejor para ti hablar de que preferirías que fuera como te gustaría? ¿En serio esto es lo peor que puede ocurrir, el fin del mundo y que no lo puedes soportar o es más positivo verlo como algo que no queremos pero que intentaremos superar?, ¿Por qué lo veas injusto, el universo debe configurarse para darte tus caprichos o hay que aceptar que las cosas son así?
  • Transforma esa rabia en un empuje que duplique tus esfuerzos, no en algo que te reste.
  • Tómate tu tiempo, y no des respuestas inmediatas. En caliente, ya sabes lo que pasa.

Tú decides si quieres ser Jekyll o Mister Hyde.

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